He decidido vivir sin tiempo
con la vida en la mano,
en un ejercicio de plenitud
agradeciendo el aliento
y el calor de tus manos.
Solo en un instante he visto la eternidad
que se funde en un momento
dejando escapar un suspiro
y alentando días de sol
con cantos de madrugadas.
Se me fué escapando la mañana
solo por querer atraparla
sentirla mía,
confundiéndose con mis latidos,
para después conocer
que es mejor vivirla que tenerla.
Así te quiero más pero sin pertenencias
y cuando no te tenga crearé mi mañana
y así viviremos
donde ni tú ni yo seamos imprescindibles.
El silencio
se confundió con tu voz
la soledad con tu vida
y el calor de tus manos
arropó mi cara para brindarles tu vida.
Cada minuto será un canto
un grito de alegría
por sentir la vida
por volver a respirar la existencia.
Cada latido es una canción para el alma.
Quien pensaría en desistir
cuando el tiempo nos ahoga
o dejarlo por no vivir,
respirar profundo
y llevar la mirada hacia el horizonte.
Pensar que no hay latidos
para resistir,
levanto el alma
para continuar,
son pasos lentos
arropado de sombras e inquietudes.
Cuando todo se abalanza
sobre nuestros sentidos
se hace difícil respirar
y coordinar nuestros deseos,
cuando las voces te preguntan
por tantas sensaciones,
sólo un aliento
te coloca su mano
brindándote el calor para seguir
haciéndote preguntas
sobre la vida.
Todo se confunde alrededor
llueve con intensidad
son gotas de laberintos
encarcelados en tu cuerpo
empapando tu existencia
enturbiando el alma
y lacerando la piel,
líneas ondulantes que palpitan
en tu pensamiento,
sombras,
a distancia pero dentro de ti,
murmullos en alta voz,
miedos deformados,
ansiedades reprimidas,
fricciones,
opresiones,
fantasmas nocturnos
que se ríen de penas pasajeras.
Me puse a retar la vida
y comencé a vivir
aprendiendo a ser
ante la adversidad.